Fuente: OnCuba Magazine. Por: Katheryn Felipe
Próxima a sus 90 años y con un restaurante en su propia casa, Omara Portuondo dice que adora comer ropa vieja con platanitos maduros fritos, pero no fuma ni toma alcohol. Esa es la forma de mantenerse “sana, sabrosa y cubana”, asegura.
Con pañuelo, uñas y labios rojos, la amplia sonrisa acostumbrada y los ojos melancólicos, dio a conocer este jueves los pormenores de su más reciente disco: Omara Siempre.
Como siente que no “he dejado de ser joven”, la diva del Buena Vista Social Club le entregó al fonograma que estuvo grabando con la Egrem desde noviembre de 2016, el corazón. Le ofreció toda la frescura que aún posee una de las voces más versátiles y espontáneas de la música cubana.
De izquierda a derecha, Eusebio Leal, Marta Valdéz, Alain Pérez y Omara Portuondo, en la presentación del disco "Omara siempre"
“Ha sido un disco complejo porque se ha cocido a fuego lento”, afirmó Pedro Pablo Cruz, productor general de “Omara Siempre”, ya que la ajetreada agenda internacional de Omara y muchos de sus invitados hizo que la grabación se extendiera por dos años.
Para Cruz, “Omara es un núcleo duro de la cultura cubana, un tesoro” que desde 2011 no grababa con la Egrem, casa productora que atesora la mayor parte de la discografía de la artista. Apuntó que a pesar de contar con muchos participantes el disco mantuvo un tono homogéneo a través de la voz de Omara.
Al respecto, el intérprete y productor musical de Omara Siempre, Alaín Pérez, consideró que “es un disco lleno de amor”, de “canciones de toda la vida”, que nos dan la idea de una Omara de ayer y de hoy. “Quise tener en este disco una diversidad sonora. Mi interés era pasearla por los diferentes momentos (canciones) de la música cubana. Por eso tiene son, guaracha, bolero, salsa”.
Omara fue homenajeada por la disquera Egrem durante la presentación de su disco
Además de estar sorprendido por la capacidad de Omara para reproducir una canción con solo oírla dos o tres veces, el también arreglista de nueve de los once temas del disco dijo haber conocido a una mujer tan sincera como bella.
En palabras de la Premio Nacional de Música, Marta Valdés, Omara tiene un gran poder de improvisación porque la música fluye más allá de su voz. “Es una cosa únicamente cubana, que no se puede definir. Eso recorre el disco de arriba abajo”.
La compositora insistió en que Omara vio nacer a todos los que participaron en el fonograma. Agregó que “Omara entiende la música. Por eso todo el mundo la sigue”. Valdés advirtió la necesidad de estudiar y conservar la obra de Omara, así como de que el disco, que es “una excelencia de cubanía”, invada los medios de comunicación y conquiste el ambiente sonoro.
LEAL A OMARA
Tras haber oído “Omara Siempre”, el historiador de “una ciudad poco bien tratada” como La Habana, Eusebio Leal, resaltó haber quedado fascinado por la capacidad de creación y devoción de Omara, “que se entrega en cada cosa como si fuese el primer día”, que se da totalmente aún después de haber cosechado tantas glorias para la Isla.
Omara Portuondo conversa con Eusebio Leal en el lanzamiento del nuevo disco de la diva del Buena Vista Social Club
De acuerdo con Leal, el disco tiene “un poderoso halo de poesía. Sin la poesía, que es la música, no es posible alcanzar esa redención a la que todo ser humano aspira”.
Afirmó el intelectual que La Habana “se ha visto perpetuada en esta gran habanera que es Omara. Nada es antiguo porque cada modernidad es sucedida por otra. Por eso Omara es moderna hoy y lo será siempre”.
La imagen de Omara que con más nostalgia recordó Leal es la de la adolescente que nació en su mismo barrio de Centro Habana. La de quien vivía en una casa sencilla de la calle Salud, mientras él lo hacía en un solar cercano.
En palabras de Leal, “era aquel un barrio de artistas, músicos, obreros, gusanos”, donde había un taller de limpiabotas, altares para los santos, trabajadores del puerto y deliciosos dulces que ya no se ven y que antes se vendían en cualquier esquina: majarete, arroz con leche, boniatillo, dulce de coco. “Fueron tiempos maravillosos. Vivíamos en amistad”.
Por aquel entonces la casa de la anciana madrina de Leal, Juanita, que era a su vez amiga de los padres de Omara, siempre estaba abierta para ellos. “Las puertas accesorias no estaban cerradas, sino tenían cortinas. Los litros de leche se dejaban en la puerta sin que nadie se atreviera a robárselos porque conocíamos una honradez inusual. En aquella época, la música era la radio” y allí ya comenzaba a darse a conocer Omara.
Mucho éxito ha llovido de entonces a ahora en que, “arropada por los cubanos y por los amigos de Cuba”, la diva ha triunfado extraordinariamente incluso en “las tierras infieles”, expresó Leal refiriéndose a Washington. “Ella es talento y así lo ha demostrado en la capital de Estados Unidos”.
Asimismo, sentenció el historiador, “el problema no es vivir mucho tiempo, sino conservar la capacidad de amar”.
ONE BY ONE
Sábanas Blancas
El tema de Gerardo Alfonso da inicio a la realización discográfica y constituye un homenaje a La Habana en su aniversario 500. De él saldrá el primer video clip de “Omara Siempre”, que comenzará a grabarse el presente mes, bajo la dirección de Joseph Ros. Será también el primer clip que hará Omara a partir de una producción personal.
Y tal vez
Aunque podían haber escogido cualquier otra canción para acompañar a Omara, los Van Van y Ángel Bonne eligieron esta composición de Juan Formell para recordar al fundador de la popular agrupación musical.
Son al son
Para interpretar esta canción de César Portillo, Omara invitó a la joven ganadora de la segunda temporada del concurso Sonando en Cuba, Yulaysi Miranda, para quien esa ha sido la más emotiva oportunidad de su corta carrera como artista.
Para el año que viene
En las voces de Omara e Isaac Delgado esta composición de Héctor Quintero es un canto a la familia y el humor cubanos. Es una forma de tener presente lo mejor del teatro de la Isla.
Tristeza
Este tema de la autoría de Beatriz Márquez fue el primero que han grabado juntas La Musicalísima y Omara. Omara destaca que respeta y admira mucho a Beatriz Márquez y “fue muy lindo compartir un bolero tan triste con ella”, una canción que le sacó hasta las lágrimas.
La rosa oriental
Compuesto por Ramón Espigul e interpretado junto al Septeto Santiaguero, fue el primer tema del disco que se grabó. Para Omara fue la posibilidad de volver a defender un género “riquísimo”, como es el son, aunque “ya no haya muchos lugares donde bailarlo”.
Otra realidad
Diana Fuentes vino exclusivamente desde Puerto Rico para grabar esta canción suya con Omara. “La obra de Omara es majestuosa y su influencia en mi vida ha sido enorme. Es increíble que a su edad siga cantando, grabando discos, haciendo show. Está dejando una huella para los artistas que queremos a Cuba y a su música”, destacó Fuentes en el making off de “Omara Siempre”.
Amarte no cuesta nada
Omara se apropió con naturalidad del difícil bolero compuesto por Alaín Pérez y su padre, Gradelio. Al decir del cantante, fue extraordinario hacer un disco con alguien “que mira y sonríe de la misma manera en que canta. Por eso Cuba y el mundo la siguen aplaudiendo”.
Popurrit
Es el único tema que no se grabó con ambos intérpretes en un estudio al mismo tiempo. La parte desempeñada por Aimée Nuviola se hizo en Miami.
Oye, Virgencita
Se trata de una composición de Pedro Pablo Cruz que le canta a la Virgencita de La Caridad y le pide por todos los cubanos.
Yo vengo a ofrecer mi corazón
El archiconocido tema de Fito Páez fue grabado con Lila Downs. Explicó el productor general que no pudo hacérsele todos los arreglos requeridos, por eso “no tiene la filosofía o la sonoridad del disco y está incluido como bonus track”.
Amén de que Omara desea presentar su disco en Santiago de Cuba, primero lo promocionará con una gira por los barrios de la capital, que comenzará en la puerta de la casa donde nació en Centro Habana.
Trascendió que Omara grabará pronto otro disco con la Egrem, que se dedicará a Benny Moré, cuyo centenario se cumplirá en 2019, y uno dedicado al filin. Ha fallecido el cantante Anthony Cruz, debido a una insuficiencia respiratoria sufrida esta madrugada en el hospital en el cual llevaba internado desde días atrás.
Nacido en New Jersey, Cruz se distinguió desde muy joven en concursos de talentos y competencias como cantante. Saltó a la fama como cantante de la Orquesta de Mario Ortiz, con quien grabó varios discos: Vamos a Gozar, Ritmo y Sabor, Algo Diferente, Déjenme Soñar, Sexy Salsa.
Hizo coro también con Roberto Lugo y Pedro Arroyo para, a finales de los 80s, iniciar su carrera como solista en la disquera Musical Productions. Su primer CD Algo Nuevo, de 1990, fue disco de oro, con éxitos como “Nunca te fallé”, “Si pudiera”, “No le temas a él”, “Tu Traición”, “Eso empaña mi amor”. Luego lanza Para Ti, en 1993, generando éxitos como “Sin ti”, “Juntos”, “Te juro que aprendí”, “Me gusta”, “Atracción fatal”, “Dile a él”.
Su tercer lanzamiento Anthony Cruz (1996) muestra un gran nivel aparecen los grandes éxitos “Cuanto Te Amo”,”La quiero”, “Tan simple como eso”, “Todo pasa”, “Punto final”, “Dime como”, “A mi modo”. Posteriormente en 1998 lanza otra gran producción Una Vez Más, se encontró de nuevo con el interés del público, haciendo conocer los grandes éxitos “Yo lloro por ella”, “Vuelve ya”, “Nada, nada, nada”, “Una vez más”, “Te mentiría”, “Niégame”, “Antes de ti”, “Si tu me quisieras”.
Varios años después sale Un Nuevo Amanecer donde nos hace conocer los éxitos “Tu no estás”, “Ven”, “Tú me llenas”, “Juntos” (ft. Mimi Ibarra), “Bla, bla, bla”, “Qué bombom”, seguido de Para Mi Gente” (2007) donde renace con los éxitos “Porque aparentar”, “Mírala a ella”, “Empecé a llorar”, “Que no”, “Te ofrezco”.
A comienzos del año 2009, ofreció una entrevista para el programa radial "El Vacilón de los Sábados" donde confesó, por primera vez, que las drogas y el alcohol fueron responsables de que perdiera a su esposa e hijos.
El año 2014, Cruz se presentó en Perú. Su timbre de voz ya no era el mismo de sus mejores momentos
A continuación recordamos aquella entrevista:
El ambiente que rodea la fama lo envolvió de tal manera que olvidó sus compromisos familiares y musicalmente no producía como antes.
Lamentablemente las drogas y el alcohol absorbieron todo el tiempo que debí dedicar a producir, a mis hijos, a mi esposa. Los estaba destruyendo y cuando vine a darme cuenta lo había perdido todo, confesó el intérprete de Dile a él.
Entrevistado en el programa El Vacilón del Sábado que se origina por Neón 89.3 FM, Anthony Cruz aclaró que era la primera vez que trataba el tema en los medios de comunicación.
Y lo hago por la manera tan especial que tienen ustedes de sacar las informaciones a los artistas. Hoy puedo decir con orgullo que tomé la decisión de buscar ayuda profesional a tiempo y recuperar mi familia y mi carrera, gracias a Dios, reveló el salsero boricua a los conductores del espacio Anyelina Baldera, Julio Valdez y José Antonio Aybar.
Un año recluido en un centro de rehabilitación fue suficiente para reencontrarse con su familia y consigo para luego retomar su carrera artística.
El cantante cuyo repertorio está cargado de éxitos tales como Me gusta, Atracción fatal, Si supieras, Nunca te fallé, Nada, nada, nada, Me tienes loco, regresó este año con una producción musical repleta de ritmo, sabor y sentimiento.
Un nuevo amanecer se titula el álbum que salió al mercado el pasado cinco de enero, el cual contó con la dirección musical del maestro Julio -Gunda- Merced.
Empecé a llorar es el primer corte que se desprende del mismo de los ocho que contiene.
Cruz aseguró que confía en que Nuevo amanecer es su mejor disco de su carrera en solitario, porque por primera vez tuvo la oportunidad de escoger los temas. Es mi sexta producción desde que me lancé en solitario en 1992 y es la primera en que decido cuáles temas grabar, por eso la considero como la mejor que he hecho. Por eso estoy muy agradecido de mi sello Musical Productions, que son los ejecutivos de J&N Records. Me siento muy contento por lo que está pasando con el disco, dijo el artista. Antes de convertirse en solistaAnthony se formó a través de su paso instituciones musicales como la Orquesta Internacional de Pedro Conga, corista en las producciones de Roberto Lugo, Pedro Arroyo, Nino Segarra; y cantante principal del fenecido Mario Ortíz. Anthony Cruz visitó el país para presentarse en la discoteca Oside de Santo Domingo Este el pasado jueves, donde actuó a casa llena, además de promocionar Nuevo amanecer.
Me siento muy optimista por lo que está ocurriendo con en este retomar de mi carrera y satisfecho porque cada día me doy cuenta de que el público me sigue queriendo y apoyando. Eso vale más que cualquier otra cosa, apuntó. El artista aseguró que ahora tiene un doble compromiso con Dios, su familia y sus seguidores. Reveló que luego de su rehabilitación se le han acercado personas que en su momento le ofrecieron drogas, con la misma intención pero ha tenido la fotaleza y la valentía de rechazarlos.
Lo hago de manera que no se ofendan, pero tan pronto llegan con el discursito, les digo hermano encantado de verte, debo irme porque tengo mucho trabajo, confió.
Con los oyentes
Cuando la fama y todo lo que trae consigo no se saben manejar cometes muchos errores que tarde o temprano te la cobran. Eso pasó conmigo, filosofó el artista ante la pregunta de un oyente de El Vacilón del Sábado que se transmite de 12:00 del mediodía a 5:00 de la tarde. Respondiendo a otro oyente, Cruz aseguró que hoy está más consciente de lo que quiere y vive nuevas experiencias como padre. Tengo cuatro hijos que hoy disfruto más.
22 años después de que Rubén Blades "lo descubriera" y le diera una chance en el disco La Rosa de los Vientos, el "veterano Medoro Madera" tiene ya un disco propio.
Desde aquella vez cuando grabó "Un Son Para Ti", Medoro ha venido entrometiéndose en más de una grabación del panameño. Apareció "con las justas" en Mundo ("A San Patricio"), en el Salsa Big Band tuvo espacio para ponerle su voz especial a "Caína" y hasta grabó "a dúo" con Blades y el Septeto Santiaguero ("Lágrimas Negras").
Medoro Madera nace de la voz impostada de Rubén, al estilo y usanza de los clásicos soneros de la isla grande del Caribe. Y aunque no era un secreto que el disco propio del "octogenario sonero cubano" venía en camino, no deja de sorprender el sonido típico de conjunto que Roberto Delgado ha logrado en esta nueva placa, destacando "el expreso de Guanabacoa" Wichy López Moya y su trompeta.
Son ocho temas que componen el álbum de Medoro Madera, en cuya carátula aparece la superposición de los rostros de Blades y su padre. Siete de las canciones son viejos temas cubanos, música con la que Rubén creció, mientras que la octava pieza del disco es, otra vez, "Caína". Se trata de un disco bailable (¿tal vez el más bailable de su discografía?), el cual a pocas horas de haber salido al mercado se ha convertido en el álbum latino número 1 en ventas en iTunes y en Amazon Music International.
El panameño dedica este álbum "a los soneros cubanos de ayer y de siempre, a la siempre respetada y querida Santiago de Cuba, a Johnny Pacheco, a Franklyn McLean y a Francisco "Bush" Buckley". Creo, además, que el disco es también un homenaje a su madre, Anoland, cubana de nacimiento.
Con su nueva grabación Blades reafirma que, aunque nunca podrá escapar del logo de salsero, no es justo encasillar su discografía en un solo género. Ha grabado tangos, world music, big band y es muy probable que en el futuro nos ofrezca más discos de sonoridades y ritmos diversos.
En cuanto a Medoro, aunque se trate de un "octogenario sonero cubano" con más de veinte años como "alter ego" del panameño, quien sabe si próximamente grabará más discos y hasta pueda ganar un Grammy Latino como Mejor Nuevo Artista, tal como le ocurrió hace diecisiete años atrás a Ibrahim Ferrer.
RUBEN BLADES - MEDORO MADERA (2018)
Los temas, todos arreglados por Roberto Delgado, son:
El Tiempo Será Testigo - Autor: Ernesto Duarte Brito, grabado también por el Conjunto Gloria Matancera, por Tito Gomez con la Riverside y más recientemente por Willie Rosario con Gilberto Santa Rosa
Como Está Miguel - Autor: Felipe Neri Cabrera, quien era cantante del Sexteto Habanero, grupo que lo grabó originalmente a fines de la década del 20 del siglo pasado (recuerden que en "Buscando Guayaba" Blades sonea la famosa frase: "Bururú Barará, ¿cómo está Miguel?")
Ya No Puedo Creerlo - Autor: Juan Manuel de la Caridad Arrondo Suárez, bolero en el que Medoro incluye algunos toques irónicos en medio de la letra. Lo grabó muchas décadas atrás Antonio Machín
El Panquelero - Autor: Abelardo Borroso, grabado hace décadas atrás por Oscar D'León
La Caína - Autor: Rubén Blades; tercera versión en estudio
Me Tenían Amarra'o Con P - Autor: Benito Antonio Fernández Ortiz, mejor conocido como Ñico Saquito. Clásico popularizado por Los Guaracheros de Oriente y también por Celina y Reutilio. En los 70s lo grabó Fruko y sus Tesos
Levántate - Autor: José Dolores Quinones. Bolero que grabó también Rolando La Serie
La Muñeca - Autor: Tony Tejera, canción que en los 70s grabó Willie Rosario con Chamaco Rivera

Los músicos:
ROBERTO DELGADO - BAJO Y COROS
BOLÍVAR “BOMBY” ROMÁN - TRES
JUAN BERNA – PIANO
MARCOS BARRAZA – CONGAS
CARLOS PÉREZ BIDÓ – TIMBALES
RAÚL “TOTO” RIVERA – BONGÓ, CAMPANA Y PERCUSIÓN MENOR.
JUAN CARLOS “WICHY” LÓPEZ – TROMPETAS
GEORGE DE LEÓN – COROS
RUBÉN BLADES – MEDORO Y COROS
INVITADOS:
MAYITO TRAVIESO – TRES
JUAN ZELADA – SOLO CONGAS (EL PANQUELERO)
PRODUCTOR EJECUTIVO – RUBÉN BLADES
ARREGLOS Y PRODUCCIÓN MUSICAL – ROBERTO DELGADO
GRABADO EN PTY STUDIOS POR IGNACIO “NACHO” MOLINO Y PABLO GOVERNATORI.
MEZCLADO POR IGNACIO “NACHO” MOLINO, PABLO GOVERNATORI Y ROBERTO DELGADO.
MASTERIZADO EN BUENOS AIRES ARGENTINA POR DANIEL OVIE.
FOTOGRAFIAS: LUIS CARLOS GARCÍA
DISEÑO GRÁFICO: OROSMAN DE LA GUARDIA
Fuente: El Dominical, El Comercio, Perú. Por: Ricardo Hinojosa Lizárraga
A 50 años de la primera presentación de la Fania All-Stars, y de la creación del sello del mismo nombre, recordamos los aportes de la orquesta al espectro musical internacional.
Échale Salsita
Nueva York, 1968. Una metrópoli con diversas influencias culturales, gente llegada de todos lados. Luce la última tecnología en sus vitrinas, los autos más modernos recorriendo sus calles, altos e impresionantes edificios, moda que marcaba tendencias mundiales y ciudadanos caminando por amplias avenidas, donde no parecía importar nada más que mantener un estilo de vida individualista y pragmático, bajo los luminosos avisos de Times Square.
A pesar de esta imagen tan cinematográfica como impertérrita, ese mismo año Estados Unidos se preparaba para despedirse de Lyndon Johnson y recibir a Richard Nixon, y en el camino el país vería pasmado los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy. Una nueva América se cocía detrás de las postales idílicas. Vietnam no tenía cuándo parar y los movimientos estudiantiles y las protestas sociales estallaban por todos lados. En California se vivía aún la efervescencia del Verano del Amor y los estudiantes de Berkeley se levantaban ante la guerra y la injusticia. El Festival de Monterey había sido un éxito el año anterior, y músicos como The Who, The Doors, Janis Joplin o Jimi Hendrix cambiaban el mundo a su manera. En Chicago, la Convención Demócrata también había sido un disparador de importantes revueltas ciudadanas que fueron transmitidas a todo el país por televisión. El Mayo francés estaba fresco.
Mientras, en la Costa Este, la contracultura que emergía del Greenwich Village neoyorquino hablaba un lenguaje con Bob Dylan de día, y de noche, otro, con Lou Reed y Velvet Underground tramando oscuras ceremonias. Al mismo tiempo, en los barrios latinos bullía una escena musical muy diferente, intensa, colorida, con una personalidad y comportamiento propios, que entre instrumentos de cuerdas, teclas, vientos o percusión, y su propio y sensual baile, se abría paso en una ciudad hostil para los migrantes. Este sería solo el primer episodio de las vidas paralelas del rock y los ritmos latinos: aunque aparentemente distintos, se alimentarían mutuamente, con grandes resultados, a lo largo de los setenta. Santana fue una muestra de ello. “La Fania All-Stars es a la salsa lo que los Rolling Stones es al rock”, anota el periodista y escritor Eloy Jáuregui en su libro Pa’ bravo yo. Historias de la salsa en el Perú.

Todas las estrellas de la Fania. De pie, de izquierda a derecha: Yomo Toro, Roberto Roena, Pappo Luca, Adalberto Santiago, Johnny Pacheco, Reynaldo Jorge, Ismael Miranda, Puchi Boulong, Luigi Texidor, Leopoldo Piñera, Héctor Lavoe. Al medio: Anibal Vásquez, Eddie Montalvo, Izzy Sanabria, Rubén Blades, Pupi Legarreta, Santos Colón,Ed Byrnes. En primera fila: Juancito Tores, Sal Cuevas,Pete Conde Rodríguez, Celia Cruz, Cheo Feliciano, Nicky Marrero, Bomberito Zarzuela
La rumba me está llamando
“Lo que nosotros, con el tiempo, esperamos que suceda, es que este mensaje de amor y unidad llegue por todo el mundo y nuestra música y cultura latina salga también”, dice Ray Barretto en el documental Our Latin Thing, o Los bravos de la salsa, de 1972. Dirigido por Leon Gast (ganador del Óscar por otro documental, When We Were Kings), mostró de manera absolutamente natural el desenvolvimiento de los sonidos y la escena musical de esos barrios donde dominicanos, cubanos, puertorriqueños y sus descendientes —conocidos como nuyoricans— eran los verdaderos reyes de la noche, la alegría y el movimiento. A pesar de todas sus carencias y de su propia violencia doméstica y callejera, esa comunidad no dejaba de bailar y cantarle a la vida. Y esta vida había nacido del danzón, el son cubano, el son montuno, el mambo, el bolero, la guajira, el chachachá, la guaracha, el jazz afrocubano, la rumba, el boogaloo, la pachanga y el guaguancó. Eso, aunque filmes como West Side Story (1961) o Saturday Night Fever (1977) nos propusieran otra visión de la comunidad latina en Estados Unidos.
En 1968 el término salsa aún no se había generalizado para nombrar a la reunión de esos ritmos. La disquera Fania, nacida en 1964, fue la principal responsable del éxito del género, que desbordó en el Harlem latino, también conocido como El Barrio, además de Brooklyn y el lado sur del Bronx. Pero eso no sucedió de inmediato, fue un proceso. Aún estaban frescos algunos discos considerados cumbres del género, como Cañonazo (de Johnny Pacheco, el primero del catálogo Fania), El malo (primero de Willie Colón con Héctor Lavoe), Heavy Smokin’ (primero de Larry Harlow), Acid (debut de Ray Barretto en la disquera) y otro más de Johnny Pacheco —un preludio de lo que vendría—, His Flute And Latin Jam, la primera jam session —o “descarga”— que se grabó en la disquera. Por ello, antes de Fania All-Stars nada hacía presagiar que una impensada reunión de los líderes de las orquestas del sello podría marcar un punto de quiebre en la historia de la música latinoamericana.

“Échale salsita”, cantada en los años treinta por el cubano Ignacio Piñeiro, es considerada por muchos expertos la primera composición que usa el término salsa, aunque el género pícaro, rebelde e híbrido que bailamos y cantamos hoy es otra cosa más sabrosa.
En 1954, un grupo de nacionalistas puertorriqueños, encabezados por Lolita Lebrón y Rafael Cancel Miranda, ingresaron a la Cámara de Representantes de Estados Unidos disparando al grito de “¡Viva Puerto Rico libre!” e hiriendo a cinco senadores. Esto aumentó la segregación y la hostilidad contra la minoría. Sin embargo, apenas 14 años después, Puerto Rico era libre a su manera, levantando la voz y el volumen, sin miramientos, en Nueva York, a pocas calles del corazón financiero de ese país. Aunque la llamada Gran Migración —que convirtió a los puertorriqueños en el primer grupo amplio de latinoamericanos que se instalaban allí— tuvo su pico en los años cincuenta, casi dos décadas después estos migrantes, convertidos en los primeros dreamers, anunciaban otros tiempos.
“Había una explosión sociocultural fuerte en ese mismo momento, y la música era la reafirmación de su identidad latina en un ambiente hostil —nos dice Omar Córdova, creador de las fiestas Descarga en nuestro país y gran conocedor del género—. Además de ser el antecedente principal del boom de la salsa, la Fania All-Stars marcó una revolución cultural”. Para Eduardo Livia, melómano y director de radioelsalsero.com, “gracias a sus canciones, que no solo hablaban de baile y de gozo, sino de trabajo y vida dura, fueron el vehículo de comunicación ideal para interpretar el pensamiento del joven latino migrante de los setenta”. Quítate tú, pa’ ponerme yo.
Y ahora vengo yo
“We present you here, in the Red Garter, the most wonderful place in the village, ¡The Fania All-Stars!”, dijo el célebre DJ y maestro de ceremonias Symphony Sid como preludio a una dosis de latin soul, que era el término que más se aproximaba para describir, en aquellos años, la amalgama de ritmos que la orquesta realizaría aquella noche de 1968. El Red Garter era un pequeño local neoyorquino manejado por Jack Hook y Ralph Mercado, un nombre clave en la historia del sello Fania. Sus cabezas, Johnny Pacheco y Jerry Masucci, celebraron la presencia de 800 personas como un resultado más que alentador, aunque los discos editados poco después, Live at the Red Garter, volumen uno y dos, no fueran éxitos de ventas.

De este modo, los principales líderes de las orquestas del joven sello Fania —Johnny Pacheco, Ray Barretto, Larry Harlow, Willie Colón, Bobby Valentin, Joe Bataan, Monguito Santamaría, Louie Ramírez, Bobby Quesada y Ralph Robles— y los amigos que llevó cada uno: Pete “Conde” Rodríguez, Adalberto Santiago, Orestes Vilató, Héctor Lavoe, Ismael Miranda, José Mangual Jr., entre otros, tocaron por primera vez juntos como Fania All-Stars, teniendo como invitados a Eddie Palmieri, Tito Puente y Richie Ray para una descarga que, 50 años después, reafirma una línea cantada en aquella ocasión: “Esta es una noche/ inolvidable para siempre…”.
Barretto, sentado a los tambores que son su trono, demostró que Ray es rey, y la percusión, su súbdita más complacida. Por eso daba manazos a los cueros, manazos que eran explosiones nucleares aquella noche perennizada a fuego y ceniza, a ron y sabor. Desde el piano, Larry Harlow se dejaba poseer por el frenesí. El pulso rítmico lo ponía Bobby Valentin al bajo. Héctor Lavoe, Ismael Miranda, Pete “Conde” Rodríguez y Adalberto Santiago le daban voz y arenga a esa extraordinaria maquinaria musical dirigida por el dominicano Juan Azarías Pacheco Kiniping, Johnny Pacheco, flautista, bailarín gozoso y funambulista sonoro sobre y más allá del escenario.
La música de Fania All-Stars, entonces, se mostró como reflejo del barrio, del guapeo, del puño limpio, del pavimento y el concreto en el que se ríe y llora sin distinción. “La música de la Fania es dura, es fuerte, es agresiva, es un mecanismo de defensa ante el estatus que les quería imponer la sociedad norteamericana a los latinos”, asegura Livia. Para Omar Córdova, aunque ellos lograron la masificación de la salsa y su reconocimiento como una expresión latina y a la vez universal, no solo llamaban la atención por su música, sino por la elegancia “achorada” con la que vestían: camisas coloridas, de seda, cuellos grandes y amplios; african looks, cadenas de oro, zapatos de charol, sombreros extravagantes, patillas largas o bigote lustroso. “Muchos se preguntan por qué la Fania gustaba a propios y extraños —escribe Eloy Jáuregui en Pa’ bravo yo—. Sería pertinente desmontar un secreto. Johnny Pacheco confiaba en los dúos. Así, Adalberto Santiago y Conde Rodríguez eran cantantes muy identificados con la tradición sonera de Cuba en Nueva York y por sus trabajos en las orquestas de Barretto y el propio Pacheco. Otro dueto que calzó a la perfección fue aquel de Ismael Miranda y Héctor Lavoe. Eran los muchachitos, los soneros jóvenes que expresaban su conexión directa con un estilo de soneo malandro y callejero. Y a esta pareja le correspondía su antípoda sonera, el dúo de Santitos Colón y Cheo Feliciano, que venían de la tradición musical de Nueva York”.

“Todo está cambiando. Woodstock, Vietnam, los derechos civiles —llegó a decir Larry Harlow, el Judío Maravilloso—. ¿El chachachá? Esa era la música de tu madre, pero nosotros queríamos escribir canciones sobre lo que estaba pasando ahora”.
Pase lo que pase, sigo mi son
“¡Ali Bumayé! ¡Ali Bumayé! ¡Ali Bumayé!”. Era un grito que se oía por todas las calles de Kinshasa (entonces Zaire, hoy República Democrática del Congo) en setiembre de 1974, cuando un evento deportivo y cultural sin precedentes llegó a interrumpir el tedioso caos y la necesidad social en la que se encontraba el país, sometido a la cruel dictadura de Mobutu. Aunque para sus huestes “¡pan y circo!” era un axioma tan necesario como para el productor Don King llenarse de dólares, el impacto que tuvo la celebración de la pelea por el título mundial de los pesos pesados de box entre Mohamed Ali y George Foreman —llamada “del siglo” cuando esto significaba algo, no como cuando se juntan Pacquiao y Mayweather a darse caricias— fue enorme.
“¡Ali Bumayé!, ¡Ali, mátalo!” era la frase más repetida en aquellas calles africanas donde la gente olvidó el hambre y la pobreza por unos días. Pero el box no era el único atractivo. Zaire 74, un evento previo realizado entre el 22 y el 24 de setiembre de ese año, serviría como pretexto para que músicos afroamericanos como James Brown y B. B. King tuvieran contacto con sus propias raíces. En ese contexto, también se decidió la aparición de una orquesta que representara la expresión de un sabor latino capaz de superar cualquier frontera. Por eso, cuando Celia Cruz apareció al frente de la Fania All-Stars, su “Químbara-cumbara-cumba-quimbará” se transformó en una arenga de libertad, pasión y espontánea alegría que hizo bailar a más de 80 mil personas presentes en el Stade Tata Raphaël sin importar el idioma, el color o la nacionalidad. Sus gritos (“¡Azúcar!”) y el baile de Pacheco dirigiendo la Fania se hicieron inolvidables. Por eso, cuando sus compañeros —Lavoe, Ismael Quintana, Santos Colón, Ismael Miranda— cantaron “Guantanamera”, quedó claro que ese era el hombre negro que salió del continente como esclavo hacía siglos, y que volvía exitoso, sonriente y bailarín. Era una declaración de amor al mundo y a la alegría de estar vivos.
Sin embargo, ya antes de este gran evento hubo una fecha considerada por muchos “el día que se inventó la salsa”. Fue el 26 de agosto de 1971 en el Cheetah de Nueva York, ante cuatro mil personas. Poco después, la relación entre la salsa y el rock volvía a quedar evidente, cuando Larry Harlow publicó su ópera salsa Hommy, en 1972, un disco que contaba la historia de un niño ciego, sordo y mudo pero con un increíble talento para la percusión. Una respuesta evidente a Tommy, la ópera rock de The Who de 1969. En agosto de 1973 reunieron a 45 mil personas en el Yankee Stadium. “Este concierto revolucionará el negocio de la música como lo hicieron los Beatles a comienzos de los sesenta y Woodstock en 1969”, había dicho Masucci, anticipando el éxito. Y siguieron rompiendo records. Ese mismo año volaron a Puerto Rico para tocar en San Juan. En 1976 grabaron por primera vez en estudio. El disco Tribute to Tito Rodríguez es también el debut de Rubén Blades con la banda. Luego llegaron a Londres, París, Barcelona, Tokio y Yokohama. En 1977 fue el célebre concierto en el Madison Square Garden junto a Ismael Rivera, Maelo. Con la llegada de los ochenta llegó una época de declive, menos grabaciones, menos conciertos y algunas renuncias en el camino por distintas inconformidades y problemas con las regalías. Aunque en 1994 celebraron los 30 años de la disquera y el 2011 llegaron a Lima por primera vez, el mundo que alguna vez quisieron cambiar había cambiado también. Felizmente, antes de eso, Héctor Lavoe, Rubén Blades, Willie Colón, Richie Ray, Bobby Cruz, Eddie Palmieri o Cheo Feliciano habían dejado grandes momentos en nuestro país.

19 de Marzo 2011, presentación de Fania All Stars en Estadio de San Marcos, Lima-Peru
Ponte duro
No es difícil entender cuál es el legado de la Fania All-Stars 50 años después de su primera presentación en el Red Garter. Lo difícil sería intentar imitarlos y, más difícil aun, sostener el talento de los verdaderos artistas por encima de los fenómenos de moda. Eduardo Livia cuenta que bastaba ver los rankings Billboard de los setenta para notar cuánto destacaba la buena salsa. Tanto Livia como Omar Córdova coinciden en que Johnny Pacheco —hoy retirado de los escenarios a sus 83 años, tras varios problemas de salud— ha sido un visionario, un hombre que supo crear impacto con la música latina y que, además, tuvo la suerte o la intuición de rodearse de muchos de los grandes talentos de su época.
Fue el hombre que convirtió la salsa en un escenario con un lenguaje particular y universal, que produjo una suerte de esperanto instrumental gracias al cual se entendían, a la perfección, las congas, los timbales, los trombones, las trompetas, la flauta, el piano eléctrico, el bajo, el cuatro puertorriqueño, la guitarra o los bongós como si hablaran todos el mismo idioma, como si entre las notas, gestos silenciosos de complicidad quedaran claros para todos con un mismo objetivo. Suficiente fantasía como para no permitir que se cumpla la tenebrosa profecía dicha hace poco por Richie Ray en una entrevista: “La salsa va a terminar en un museo”; sino para que se oiga, fuerte y claro, como si no fuera a silenciarse nunca, el canto de esos legendarios soneros que un día dijeron: “Oye, qué rico suenan las estrellas de Fania”.
Fania All Stars. New York, Marzo 2014